viernes, 21 de diciembre de 2007

Carta de Odio / Carta de Amor

No diré que me sobras, para que no creas que sigues siendo parte de mi mente. No diré que te he olvidado, porque el olvido es una parte del recuerdo. No diré que no eres nada para mí, porque si así fuese, aún tendría algo que ofrecerte. No diré que eres lo peor que me ha pasado, porque sé que no has dejado una huella tan profunda en mi camino. No diré que me arrastraste a ser peor persona, porque a tu lado siempre hay un hueco más oscuro en el que caer. No diré que te odio, porque lo sabes de sobra.



Vir

No diré que te necesito, porque la necesidad es egoísta y avariciosa. No diré que te añoro, porque sé que decidirías estar a mi lado día y noche si pudieses. No diré que lo eres todo para mí, porque sabes que eres mucho más. No diré que sin tí no soy nada, porque si así fuese no tendría nada que ofrecerte. No diré que eres lo mejor que me ha pasado, porque sé que lo mejor contigo está siempre por llegar. No diré que me has ayudado a ser mejor persona, porque a tu lado no soy sino un mero aprendiz. No diré que te amo, porque lo sabes de sobra.



Sarg

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Pereza / Urgencia

Fuera hace frío, así que lo esconde todo de nuevo bajo ocho kilos de mantas, excepto la nariz. Lleva un rato despierto, pero el tedio del nuevo día se ha fijado a él como un peso muerto, como clavándole al colchón, como un imán que tirase de su cuerpo oxidado desde el suelo. Tanto por hacer, que las obligaciones se superponen, como más y más mantas, como si el mismo deber le obligara a sumirse en la pereza otra mañana. Pereza. La palabra se extiende en su mente, más densa y más agria que un pecado capital. Tal vez es la pereza la que ha viciado el aire de la habitación haciéndolo irrespirable. Tal vez es la pereza la que ha teñido las paredes de un color grisáceo en pugna constante con el sol que estalla contra las persianas bajadas y que lucha a muerte por entrar. Se gira sobre sí mismo como un bulto inerte y le hace otro hueco al colchón. Y con el último suspiro, esconde bajo los kilos de mantas cada vez más pesados también la nariz. Porque más pereza que una mañana de domingo, da una mañana de domingo en la que hay que trabajar.

Vir

Fuera hace frío, pero está deseando deshacerse de las espesas mantas que le cubren. Lleva horas sin poder conciliar el sueño, miles de planes sin cumplir bullendo como una olla a presión dentro de su cabeza. Tanto por hacer que las horas que forman la mañana, aún lejana, parecen ser insuficientes. Urgencia, es urgencia lo único que resuena en su cabeza. No puede dejar las cosas para más tarde. Si el reloj no acabase de dar cinco campanadas, se levantaría ahora mismo y empezaría su jornada. La urgencia parece haberle dado un aire mágico a la habitación. Casi puede sentir las oleadas de luz que el sol extenderá por las paredes en pocas horas, luchando por hacer entrar al nuevo día por las ventanas cerradas. Da vueltas inquieto en el colchón, deseando acelerar la noche. Con un resoplido, saca los brazos de la cama, jugueteando nervioso con sus manos, impaciente. Porque más atractiva que una mañana de domingo, es una mañana de domingo vacía, esperando pacientemente a ser llenada con incontables planes.

Sarg

martes, 11 de diciembre de 2007

Todos pierden / Nadie gana

En garde! Una finta a izquierdas, una finta a derechas. Las cabezas de los dos improvisados tocadores tuercen la mirada disimuladamente hacia puntos sin ningún interés, temerosos de entrechocar sus culpables ojos. De nuevo una estocada atrevida, fijando los ojos en sus rostros por unos segundos. Las miradas se entrecruzan, con similar propósito y parecida timidez. La tensión, sólo percibida por ellos dos, es palpable. Si sus ojos fuesen de acero, saltarían chispas. Él aparta su mirada primero, sin saber exactamente por qué, más un acto reflejo de pudor que una decisión consciente. Las fintas y defensas constantes podrían continuar eternamente, sin llegar jamás a tocar al contrario, pero las oportunidades son más efímeras que las finas estocadas de un florete...

... Con la mirada baja y la cabeza llena de "y sis" y oportunidades perdidas, ella baja del vagón de metro en su estación.


Sarg

¡Atento! Estocada por la izquierda, estocada por la derecha. Los cuerpos de los dos improvisados espadachines se erizan sutilmente mientras sus ojos permanecen quietos, clavados en el centro de gravedad exacto que puede hacer tambalearse al otro. Las miradas se chocan ya con abierto descaro, urgentes y decididas. La tensión se ha convertido en un juego que ha vuelto irrespirable el aire que les rodea. Tal vez sus ojos no son de acero, pero sus miradas arrancan un brillo metálico cada vez que se chocan en el aire. Ella da un paso primero y se queda pegada a sus mejillas en un arranque de deseo más que una decisión consciente. Las estocadas, sin lugar para la defensa ya, podrían seguir prolongándose, tocando al contrario con un golpe más certero cada vez, pero el duelo hace tiempo que quedó en tablas, no hay vencedores, todos son vencidos...

... con los ojos fijos en su cara y sin más miedos que el de perder la oportunidad, él tapa la salida del metro un instante antes de que ella pueda abandonar el vagón.


Vir

lunes, 3 de diciembre de 2007

Culpa / Tranquilidad

Difícilmente podéis llegar a comprender el peso que cargo sobre mis hombros. No podríais empatizar con el abotargamiento que atenaza mi cabeza cada mañana cuando me despierto, cuando la semi-inconsciencia del sueño da paso a la comprensión de la magnitud de mi crimen. No entenderíais por qué jamás podré perdonarme a mí mismo, ni la razón por la cual ni siquiera me quedan lágrimas para lamentar el horrible daño que he causado. Sé que moriré sin haber perdonado lo que hice, que aunque en algún momento sea capaz de volver a ser feliz y superar mi pasado, nunca olvidaré la extensión de mi destrucción, la vergüenza profunda que siente aquel que es consciente de su culpabilidad. En las noches frías y solitarias de invierno, cuando las velas ardan en señal de luto por todos aquellos momentos a los que masacré inconscientemente, me asaltará la melancolía, y sumido en un abismo de arrepentimiento me repetiré a mí mismo hasta la saciedad que, años atrás, asesiné a un sueño.

Sarg

Difícilmente podéis entender la tranquilidad de mi sonrisa y mis labios relajados. No podríais imaginar el sosiego que invade mi mente esta mañana, cuando me despierto y os miro a los ojos, totalmente consciente de que juzgareis con dureza la magnitud de mi crimen. Me llamaréis loco por poder dormir cada noche, e ignoraréis mis razones para seguir riendo, para seguir amando, para seguir disfrutando. Sé que mi vida será larga y agradable, que he dejado atrás el pasado, y que el futuro se extiende bañado por un sol de innovación, de esperanza, de perdón. Cada amanecer de agosto, mirando desde la ventana de tu cuarto, la brisa borrará las culpas y recordaré esos momentos inconscientemente, me asaltará la alegría y, de nuevo complacida por aquellos días, me repetiré a mí mismo hasta la saciedad que, años atrás, realicé un sueño.

Vir