lunes, 29 de octubre de 2007

Sin Respuestas / Sin Preguntas

Me atasqué en la pregunta y olvidé todas las respuestas. Me enfangué en las interrogaciones de la inseguridad y cada duda me hizo borrar mis sentimientos. Un paso atrás, y una mueca triste, borrando eternamente las líneas de una pizarra blanca, la posible solución que intentaba resolver mil galimatías. Rompí el folio amarillo y caí en el insoportable insomnio de los papeles quebrados. Y la falta de sueño acentuó el hastío de mi indeterminación. Seguí siendo un alma errante, un marinero sin puerto, un creyente sin fé. No pude dejar de buscar la respuesta, y tu mirada sólo sembraba más dudas: preguntas, mis preguntas. Sin respuestas.



Sarg

Me quedé con la respuesta y he olvidado todas las preguntas. Borré las interrogaciones del miedo y los puntos suspensivos de las dudas. Un paso al frente, y una sonrisa, con la solución al problema apuntada en un folio amarillo, la fórmula que convierte la ecuación en un simple cuento para niños. Pasé la mano por la pizarra y borré el insomnio blanco de las noches de tiza. Y el sueño hizo desaparecer el cansancio de la incertidumbre. Dejé de ser un examinador inquieto, un periodista intrépido, un cotilla de patio de colegio. No hizo falta volver a preguntar, tu mirada lo dio todo: una respuesta, la respuesta, tu respuesta. Sin preguntas.



Vir

miércoles, 24 de octubre de 2007

Luz y Oscuridad... Temores

¿Por qué no teméis a la Luz? La Luz se cuela por las rendijas y expulsa la calma de la Oscuridad. ¿Por qué pensáis insensatamente que la capacidad de la Luz para iluminar ciertos rincones forma parte de la esencia de lo bueno? Tal vez os seguís engañando al pensar que los parajes iluminados conllevan algo positivo. Pero igualmente podrían tener una connotación negativa: lo que quedó ajeno al misterio, lo que no va a sorprenderos, lo que todos saben ya. Y, no seáis necios, lo que ya se conoce, tarde o temprano, aburre.

Sería más sensato no temer a la Oscuridad. La Oscuridad lo envuelve todo, no deja fisuras, obliga a actuar con prudencia y hace lentas las prisas y profundo el silencio. Los que criticáis el papel de la Oscuridad como casa del miedo ignoráis a propósito que igualmente puede salvaros, arropando vuestros sueños, permitiéndoos el descanso.

No temáis a la oscuridad porque, aún siendo ciego, se puede ver mucho mejor alejado de las visiones ajenas, y discriminar más fácilmente lo que es importante de lo que no.

Vir

¿Por qué teméis a la Oscuridad? La Oscuridad no es más que aquellos lugares a dónde la Luz no alcanza a llegar. ¿Por qué cargáis insensatamente la esencia de la maldad sobre la falta de capacidad de la Luz para iluminar ciertos rincones? Tal vez es porque consideráis que los parajes no iluminados conllevan algo negativo. Pero igualmente podrían tener una connotación positiva: lo desconocido, lo no explorado, las fronteras por descubrir. Neciamente, el hombre teme aquéllo que desconoce.

Sería más sensato temer a la Luz. La Luz os ciega, os confunde, os ofrece visiones falsas y distorsionadas, os hace perder el camino y caer en el pecado capital de la complacencia. Aquéllos que alabáis el papel de la Luz como salvadora ignoráis a propósito que igualmente puede condenaros, nublando vuestros sentidos y robándoos el raciocinio y la inteligencia.

Temed a la Luz. Temedla, pues ciego no es sólo el que no ve, sino el que ve demasiado y no es capaz de discriminar lo que es importante de lo que no.


Sarg

miércoles, 17 de octubre de 2007

Mentiras / Verdad

Ha pasado el tiempo y sabes que tarde o temprano tendrás que decirle la verdad, pero otra vez oyes su risa detrás de la puerta, otra vez sientes lástima, sobre todo sientes miedo. Y bajas la vista, y decides esperar un día más. Te colocas la sonrisa de cartón y te maquillas con colorete espeso para que no se vean las imperfecciones, los agujeros negros que ha dejado tu mentira. Y sales a la calle atando cabos, buscando fallos y temblando. Porque sabes que en algún momento tu explicación sonará a excusa, tus palabras se quedarán mudas y el argumento no tendrá un final real. Y mientes. Mientes otra vez, asustado por lo fácil que ha sido, porque no ha sospechado ni un segundo, porque se fía de ti. Y te preguntas cómo es posible que seas el único que al que la risa le sabe hueca, que nadie haya visto escapar tu mirada, que hayas conseguido de nuevo torcer una esquina y esquivar el presente, y pisar el pasado y saltarte el futuro. Mírame a la cara y reconoce que no sabes si es peor estar atrapado en tu mentira o llorar cada noche por haber olvidado la verdad.



Vir

Ha pasado el tiempo, y la razón te dice que antes o después tendrás que usar con él una mentira. Pero una vez más recuerdas su risa, vuelves a sentir el cariño, y ante todo la seguridad que siempre te transmite. Levantas los ojos y sonríes. Esbozas tu más radiante sonrisa, adornada con los colores que tan sólo la honestidad puede imprimir sobre ella. Sales a la calle con todos los cabos firmemente atados, estable y confiada en tu convicción. Sabes que tus motivos, la fuerza detrás de tus actos, no es otra que la verdad, que no necesitas excusas, que toda palabra no es más que la conclusión lógica de la sinceridad. No necesitas mentir. No puedes mentir. Sería tan difícil... Aunque nunca sospecharía, con su confianza plena en tí, la absoluta verdad es lo único que para tí tiene sentido. Te preguntas cómo es posible que otros puedan trazar huecas sonrisas, miradas esquivas, palabras ambiguas, viviendo siempre en un cuento distorsionado. Miras en tu interior y te preguntas por qué la gente acaba atrapada en una red de mentiras, y si llorarán cada noche por haber olvidado la verdad.



Sarg

lunes, 8 de octubre de 2007

Harto / Ganas

Harto de tu tristeza, de verte escapar por la puerta, aferrarte a su espalda y anclarte en su cuello. Harto de tus manos golpeando mi pecho, de la furia de tus ojos, de las uñas que clavas con odio en mi brazo. Harto de oir su nombre en tus sueños, del acre olor de su sudor en tu ropa. Harto de los gritos, las discusiones, de la lucha constante. Harto de no poder ya disfrutar de tu piel, de que tus besos me sepan a vacío. Harto de que todo lo absorbas, de que intentes abarcar mi vida, de que pidas más de lo que jamás podré darte. Harto de que tu presencia me cause escalofríos, de los nervios y la intranquilidad constantes. Harto de tus crueles insultos y de tu corazón helado que congela los latidos del mío. Harto de sólo recoger desasosiego en la vendimia, de perder el tiempo en falsas esperanzas. Harto, y yo ya he perdido la guerra. Harto de ti, de ti, de ti. Muy harto.

Sarg

Ganas de la risa, de escapar por la ventana y trepar por tu espalda y anclarme en tu cuello. Ganas de tus manos sujetando mis caderas, de tus ojos que me piden que me quede, de tus uñas que se clavan en mi espalda. Ganas de un susurro entre sueños, del sabor salado de tu sudor en mi boca. Ganas del silencio, de tu paz, de los hombros redondos, de tus brazos. Ganas de enredarme en tus lunares, de morderte las orejas, de aferrarme a tu saliva. Ganas de que lo envuelvas todo y lo abarques todo y lo llenes todo, y lo vacíes. Ganas de engancharme entre tus dedos, de un suspiro tranquilo, del sosiego al despertar. Ganas del olor de las palabras y del estruendo de los latidos de mi pecho cuando choca contra el tuyo. Ganas de arrasar la cosecha, de quemar las reservas, de consumir sin pausa todo el tiempo. Ganas, y yo pierdo esta batalla. Ganas de ti, de ti, de ti, de ti. Ganas y más ganas.

Vir

lunes, 1 de octubre de 2007

Lágrimas / Risa

Caen como una cascada de mis ojos. Interminables, una tras otra, van recorriendo como en un triste peregrinaje mis mejillas, marcando un surco de humedad salina en mi piel. Esquivan en una sórdida carrera cada poro, cada pelo, cada imperfección en la epidermis. Algunas se pierden en mi boca fruncida por el dolor, escalando mi labio superior para hacerme entrega de su salado y terriblemente amargo sabor. Otras resbalan lentamente hasta mi barbilla, donde se acumulan con pereza hasta que alcanzan suficiente volumen como para caer. Y caen, caen durante un tiempo que parece a la vez fugaz e infinito. Caen sobre la arena, creando pequeños cráteres sobre ésta. Algunas caen sobre los cráteres que ya se habían formado, salpicando arena húmeda entre mis pies. Otras acaban cayendo sobre mis rodillas, mojando mis pantalones nuevos. Pero todas, sin excepción alguna, caen con amargura.



Sarg

Sale como una cascada de mi boca. Interminable, como una cadena que recorre mis mejillas y que marca surcos abiertos en la tierra que hay alrededor. Esquiva los problemas anclados en cada poro, en cada pelo, en cada imperfección del alma. A veces se pierde en el silencio de un recuerdo en el que no cabe el dolor y sabe a caramelo de fresa, como aquellos días. Otras veces se escapa sin permiso entre mis labios, se acumula entre los dientes hasta que estalla y se deja oír. Y se oye, se oye como un estruendo que es a la vez silencio, como el paso de una estrella o como quien cuenta hasta infinito. Cae como la lluvia en tierra seca, haciendo cráteres, salpicando los pies de los que pasan por allí. Empapándolo todo. Y siempre, sin excepción, manchándolo de alegría.



Vir