sábado, 29 de septiembre de 2007

Caes... y te levantas

Caes. En plancha, boca abajo, como cuando eras un crío. Con las manos por delante, no se sabe muy bien por qué, pero siempre pones las manos delante como si fueran mágicas, como si te pudieran salvar del golpe. Como si los brazos se fueran a estirar como un chicle, como aquel hombre-boomerg, y fueran a frenar la caída. Pero ni son mágicas ni se estiran, y caes. Y no te has rasgado los vaqueros que heredaste de tu hermano (porque hoy vistes un traje de Armani nuevecito), ni te sangran las rodillas, pero la herida que te has hecho duele más. Bastante más. Y no se cura con mercromina y tiritas. Caes. Es inevitable. Subiste demasiado rápido. Y ahora caes. Y esta vez mamá no está ahí para levantarte.

Vir

... pero vuelves a levantarte. No sabes cómo, ni de dónde sacas las fuerzas. Los flácidos brazos que no pudieron salvarte de la caída se apoyan contra el suelo y poco a poco vuelven a levantarte. No has llegado hasta tan lejos como para dejar que una caída más sea la definitiva; una herida en el orgullo puede ser dolorosa, pero nunca mortal. Limpias con el dorso de tu mano la sangre en la comisura de tus labios, pero sonríes. Te pones en pie, aún sonriendo, y alisas con una mano el traje impecable. Sea lo que sea lo que venga a continuación, lo afrontarás con la mirada bien alta.

Sarg

lunes, 24 de septiembre de 2007

Desidia / Ilusión

El despertador desgarra con un timbrazo la quietud de la noche. El sol es aún un triste recuerdo del día anterior. Tumbado en la cama, escuchando únicamente sus propios pensamientos, observa en su mente la insoportable rutina que le espera en este nuevo día. Otro infierno sin sentido en el que poco a poco los segundos van cayendo del reloj a un abismo de la nada más absoluta. Y, ¿para qué? ¿Qué diferencia hay entre una hora y la siguiente? ¿Qué hay que haga que merezca la pena el paso de los eternos minutos? Nada espera tras el horizonte de los segundos. Sensaciones apagadas, sentimientos atenuados por la falta de algo nuevo, de algo que dé algún sentido a la espera. No quiere abandonar la cama. Durmiendo al menos no es consciente de lo que le rodea, de lo gris de su vida. Sus sueños, sus planes de futuro, hace años que perdieron el alma. No son ahora más que cáscaras vacías, cuyos fragmentos se clavan y aumentan el dolor de su desesperación. Lo único que le hace avanzar cada día es la inercia. Ahogando las lágrimas, hace uso de esa inercia para sacar un pie de la cama y levantarse, camino hacia otro día vacío y sin sentido. Camino hacia la desidia que ahoga su vida.



Sarg

El despertador desgarra con un timbrazo una noche agitada por imágenes de sueños. El sol no es más que un adelanto del día que vendrá, seguramente cálido y brillante, sin nubes de tormenta al fin. Salta de la cama escuchando sus pensamientos acelerados, una maraña de ideas que cruza su mente y ese temblor de saber que no habrá reglas ni rutinas en este nuevo día. Más cerca que anoche de un paraíso en el que poco a poco los segundos van cobrando sentido, caen del reloj y se precipitan hacia una meta más y más importante cada vez. Todavía se pregunta cómo es posible. ¿Cómo puede cambiar tanto una hora y la siguiente? ¿Qué hace que los próximos minutos merezcan tanto la pena? Cada latido y cada golpe demuestran los nervios de la espera tras el horizonte de los segundos. Sensaciones a flor de piel, sentimientos cada vez más vivos ante el cosquilleo de lo desconocido, ante todo eso que le llena y que ha dado sentido a su espera. Por una vez, no le ha costado un segundo abandonar la cama. Durmiendo no habría sido consciente de lo que le rodea, del futuro que se abre ante sus ojos. Sus sueños y sus planes por fin cobran forma ante el espejo, entre las gotas de agua que salpican mientras se lava, acelerado, la cara. Cada día ha avanzado para llegar hasta hoy, para llegar hasta hoy ha roto mil veces la inercia. Un nudo en la garganta que es casi una lágrima en la emoción de aguardar durante siglos, y comienza el camino. El camino hacia hoy, hacia el día en que todo cobra sentido. El camino hacia la ilusión que empuja su vida.



Vir

jueves, 20 de septiembre de 2007

Lejos / Cerca

Sus sudores se fundieron en un abrazo casi desesperado y que se quedaron así, sus pechos juntos durante un segundo más. Pero sus ojos permanecían abiertos en la semioscuridad del atardecer. Ella ya no disfrutaba del olor de su cuerpo y de la fuerza de sus brazos, y él estaba cansado de sujetar sus hombros menudos con fuerza para que no se escapase. Tal vez ocurría que pensaba dejarla escapar aquella noche irremediablemente. O tal vez lo que pasaba es que ella se había vuelto un poco más huidiza cada minuto, hasta no poder alejarse más. Por sus mentes aparecieron de nuevo las excusas, otros planes, otra gente, otra vida, otras voces, el vacío de una habitación. La mirada indiferente al vestirse, la sonrisa fingida al decir hasta mañana (hasta un mañana que está por ver si llegará). Los dos sintieron aquel escalofrío al unísono, el temblor al notar que no había abrazo, ni había noche, ni había sudor. Que no estaba ella, que no estaba él, que ya no había un ellos que buscar. Allí, cuerpo con cuerpo, se sintieron lejos. Se supieron lejos. Más lejos que nunca.



Vir

Sus respiraciones se entremezclaron en un último abrazo, que prolongaron tiernamente durante unos segundos. Sus párpados temblaban entornados en la semioscuridad del amanecer. Ella se sumergió en el aroma de su cuerpo, y él abrazó con seguridad y fuerza su frágil complexión. Tal vez era la certeza de que jamás la dejaría escapar. O tal vez lo que ocurría es que cada minuto la notaba más cercana, hasta que las distancias ya no importaban más. En sus mentes se disolvieron vacuas las excusas, otros planes, otra gente, otra vida, otras voces, una habitación llena de sentimientos. La mirada cálida al vestirse, la sonrisa sincera al decir hasta mañana (hasta un mañana incierto pero deseado). Los dos sintieron aquel escalofrío al unísono, el temblor al saber que el abrazo los unía en un instante eterno, con la madrugada congelando sus cuerpos en el recuerdo. Que él estaba allí, ella estaba a su lado, y el conocimiento de que su mutua compañía lo era todo. Allí, cuerpo con cuerpo, se sintieron cerca. Se supieron cerca. Más cerca que nunca.



Sarg

lunes, 10 de septiembre de 2007

Destrucción / Creación

Mi pluma se desliza frenética sobre las líneas del cuaderno. El sudor resbala por mi sien, pero no, el cansancio no va a hacer que se cierren mis ojos. Ruido que me envuelve y yo, ajeno a él y ajeno al mundo, aprieto la tinta contra las hojas arrugadas y por mis venas la pasión del trabajo bien hecho me hace seguir y seguir.

El argumento, los personajes, los escenarios, todo parece encajar como las piezas de un puzzle a punto de completarse, en un orden impecable en mi cabeza. Vivos, de carne, más que marionetas en mis manos parecen pequeños pedazos de mi alma. Pero entonces ocurre de nuevo. Sus sonrisas de papel se vuelven carcajadas, me miran de reojo, se burlan de mi esfuerzo, de las líneas escritas, de la pluma de tinta reseca, de otra noche más en vela. Los renglones comienzan a arder ante mí.

Mis ojos cansados miran con estupor el espectáculo y se abandonan a la desidia al tiempo que ven a la musa de la creatividad alejarse despacio, como en un vuelo suave. Minutos antes el escenario se llenaba de vida y, de repente, el caos, el grito, el dolor desesperado de quien rompe con todo. Mis manos, hitéricas, cogen las hojas temblando. ¿Y si...? ¿Por qué no encaja en el resto de la historia? No pude ser... ¿Acaso no me di cuenta de que...? ¡No! ¡No tiene sentido! ¡Nada cuadra, nada se entiende! ¡Nada cuaja y te agarra por dentro! ¡Nada vibra ni conmueve! ¡Basta!

Es un grito sin fuerza, un golpe seco: la pluma estalla contra el suelo dejando un borrón de tinta, o de sangre, o de ambas sobre el papel. Los personajes han muerto, los he matado, ya no llegarán a ningún final. Mis dedos tiemblan sobre sus pedazos aún calientes y destruyen la poca vida que tenían, su destino truncado no es otro que el de un final arrancado de cuajo de las líneas de su guión.

Lloro lágrimas calientes sobre los pedazos del papel para ver entre una nebulosa mi obra destruida.


Vir

Dejo caer la pluma derrotado. Llevo las manos a mi sien, el cansancio reflejado en mis enrojecidos ojos. Puedo sentir el vacío a mi alreadedor. El caos, la ausencia del orden, la invisible mano de la entropía que se han conjurado para drenarme de toda inspiración, convirtiéndome meramente en una máquinaria biológica sin pasión ni genio.

El argumento, los personajes, los escenarios, todos desfilan deprimentemente por el teatro que se desarrolla en el interior de mi cabeza. ¡Vacíos! ¡Insulsos! Sin sentido y sin alma. Creaciones insípidas de una mente insípida... Agarro con furia el manuscrito y lo arrojo a una papelera junto a innumerables otras páginas repletas de nada.

Mientras masajeo con pesar mis cansados ojos y me abandono a la desidia, la misteriosa musa de la creatividad vuelve a agraciarme con su influencia. Donde antes había caos, empiezo a ver facetas de orden. Invisibles patrones que marcan leyes desconocidas. Misteriosos planos de una construcción etérea. ¿Y si...? ¿Encajaría con el resto de la historia? Podría ser... ¿Tal vez si escribiera sobre...? ¡Eso es! ¡Eso podría funcionar! ¡Es el desenlace perfecto, el final adecuado para tal epopeya!

Con renovadas fuerzas, la pluma parece echar humo sobre el papel. Los personajes cobran de nuevo vida en mi cabeza. Hablan, respiran, se mueven e interaccionan unos con otros para dar lugar a un final sublime. Mis dedos tejen las líneas de su destino, creando una historia donde antes sólo existía vacío, trazando una red de continuidad narrativa que envuelve y completa a toda la obra.

Con satisfacción, vuelvo a dejar caer la pluma. Mi obra está terminada.


Sarg

Odio / Amor

Eres una pesadilla. Eres el cielo teñido por sangre de las cercenadas gargantas de mil almas cuyos gritos quedaron ahogados. Eres el peso de los años que cruelmente tornaste en gélidas torturas. Eres transparente, etéreo y vacuo como tus promesas. Eres un oasis reseco en una tórrida noche de agosto, una lágrima sin sentido derramada por una causa perdida, un tren que se aleja sin jamás volver a su destino. Eres el vacío silencioso que exhala tu corazón de azabache. Eres el fantasma que el mar olvidó en la marea, fugaz como un pensamiento, tan frío que jamás podré olvidar que una vez jugaste con mis sentimientos. Eres la artritis que quejumbrosamente ataca a mis huesos y las penas que ahogan mi sonrisa. Eres una palabra que ningunos labios deberían mencionar. Eres la desidia que inspira la desesperación, la decepción de la pérdida, los recuerdos que desearías desterrar de tu memoria, la sintonía discorde que rasga el alma. Eres la cacofonía en la orquesta de la existencia, un bache en los vaivenes de la vida, la insomne amargura que te mantiene en vela por las noches. Eres la taquicardia que amenaza el infarto tras arrastrarme durante horas por el atardecer de tu desierto. Eres el secreto que me han contado al oído para que nadie más deba aguantar la desazón sobre su espalda, una historia de terror al anochecer, un agujero negro que destruye mis deseos. Eres la mirada que atenaza, la voz que hace temblar y la piel cuyo toque sólo destruye. No eres nada, estás vacío. Eres tú. Espero que el resto de tu efímera y triste vida seas capaz de recordarlo

Sarg

Eres un sueño. Eres el cielo arañado de estrellas fugaces. Eres el peso en mi espalda de las mantas que me cubren las noches de invierno. Eres transparente y efímero, y te escurres como un pez, te escapas como el agua entre mis dedos. Eres un espejismo, un oasis de luna creciente una noche de agosto, una lágrima del sol que se oculta detrás de las rocas, un tren que se aleja con rumbo a un empezar de cero. Eres la interrogación que queda detrás de cada latido. Eres el reflejo de la espuma de las olas, tan fugaz como una brisa, tan suave que ahora dudo incluso que algún día hayas existido. Eres los pies que sostienen mi alma y las manos que hacen cosquillas a mi risa. Eres una palabra que se quedó a medio escribir y ahora me toca completar. Eres la ilusión de la espera, la emoción cuando se rompe el papel de un regalo, el recuerdo que plasmamos en la foto, la canción de aquellas horas de marzo. Eres un susurro entre un millón de decibelios, una caricia en los vaivenes de la vida, el beso de buenas noches para poder dormir a gusto. Eres un pulso acelerado después de correr durante horas por el amanecer de tu playa. Eres un secreto que me han contado al oído para que no lo deje ir nunca, un cuento a la hora de la siesta, un astro que concede los deseos. Eres la mirada que atraviesa, y la voz que penetra, y la piel que se clava. Eres todo, eres un mundo, eres lleno y eres nada. Eres tú. Eres sólo tú: eso es lo único que quiero que seas para el resto de los días.

Vir