sábado, 25 de octubre de 2008

Lluvia

Huele a lluvia. A barro mojado y remojado una vez más. Al viento azotando los cristales empapados, desgastados, siempre fríos. A gotas resbalando al otro lado de la ventana, como un lágrima que escapase de tus ojos y tocase mi alma y atravesase mi piel. Huele a días grises de invierno, pero no a tormenta, que se pasará enseguida. Huele a la estación de las lluvias en África, a los calcetines constantemente mojados, a los neumáticos que resbalan sobre el asfalto pegajoso, como arrancando el alquitrán en cada rotación. Huele a pena. A estaciones de metro con servicio interrumpido. A alcantarillas que rebosan, que llevan hacia fuera lo poco bueno que quedaba escondido, seguro bajo tierra. Huele a miedos de tsunami, a miedos de ciénaga, a miedo de coches atrapados en un lodo que no existe en la ciudad. Huele a oscuridad y a incompetencia. A la impotencia del vacío y a las ausencias y a las carencias. Huele a botas de goma pisando los charcos. A armarios cerrados, doblados por la humedad. A leña que no prende y que se cubre de musgo. A aceras de losetas que resbalan. Huele a cansancio. A un día entre semana. Huele a persianas cerradas, a mensaje en la botella, a manos agrietadas por fregar con lejía, a sinopsis. Huele a colillas y granizo. A naranjas caídas del árbol. A pelo y a piel y a saliva. Huele a rechinar de dientes, a escalofrío, a nevera desenchufada. Huele a niebla espesa, de esa que cala, que se cuela en el cuerpo. Huele a lluvia, a lluvia, nada más.

Vir

Huele a lluvia. A ozono y a tierra recién mojada. Al viento meciendo las cortinas de la ventana entreabierta. A gotas repiqueteando suavemente sobre el alféizar metálico, creando una melodía de xilófono improvisada. Huele a tormenta de verano, de las que sacuden el aire con espasmos eléctricos. Huele a la vegetación del parque bebiendo feliz bajo el abrazo de la lluvia, a los árboles moviéndose al ritmo de la tormenta, al romanticismo de las parejas que andan deprisa, abrazados bajo un paraguas. Huele a esperanza. A sentimientos ensalzados por la atmósfera cargada. A manantiales que de nuevo han vuelto a la vida, tras meses desaparecidos por la interminable sequía. Huele a calles convertidas en ríos artificiales, con sus corrientes, sus remolinos y sus oleadas. Huele a nostalgia, a novelas de época y a recuerdos de la infancia. A aquello que ya ha pasado y a promesas para el futuro. Huele al plástico de un impermeable barato. A tu pelo empapado cayendo en mechones sobre tus mejillas. A la risa de los niños que salpican en los charcos. Huele a nuevas oportunidades. A renovación. Huele a las macetas mojadas en el porche, a las sábanas calientes mientras nos acurrucamos en la cama, protegiéndonos de los truenos de la tormenta. Huele a sonrisas, a un pequeño bungalow en la playa calentado por una estufa de carbón, a castañas asadas tomadas en compañía. Huele a nubes grises, de esas que anuncian tormenta y relámpagos. Huele a lluvia, a lluvia, nada más.

Sarg

6 comentarios:

David Martín dijo...

Evidentemente estoy mucho más de acuerdo con la visión de Sarg sobre el particular.

Un apunte. Las castañas asadas se llaman calvotes. Al menos en mi pueblo. Lo digo porque me parece un nombre cojonudo. No te jode. E igual es calbote con B, que tiene más gracia. Lo consultaré, no os preocupés.

Por lo demás lo que ya dije en el orto (ojete, quiero decir). A mí las inclemencias me molan. Y respondo a María por aquí: cierto, tsunami molón desde una playa alejada del tsunami molón. Y mira, si quieres irte a Marte, a colonizar un pueblo fantasma, un islote perdido, a escalar una montaña inaccesible, a matar un dragón inmenso con flatulencias y demás barrabasadas de carácter épico cuenta conmigo desde ya. Pero no para lo del tsunami. No me termina de convencer lo de surfear con olas de 500 metros de altura (hipérbole: exageración desmesurada).

Abrazos/Besos.

Sarg Bjornson dijo...

Por lo que parece tu pueblo es especialista en palabras bizarras que no se usan en el resto de España :P

David Martín dijo...

Eso es porque el resto de España no tiene ni la centésima parte de imaginación, astucia y atractivo que tenemos nosotros. XDDD.

Y sí. Es cierto. Próximo post de Luz Oscura: "Palabras bizarras".

Virginia Vadillo dijo...

Davidddd!! En mi pueblo también se llaman calvotes (calbotes? ni idea! XDD) Y siempre que lo digo la gente me mira raro!! XDDD ME siento comprendida. Arriba las palabras autóctonas!! XDDD

Sarg Bjornson dijo...

En mi pueblo las llamamos "jlamondruñas de sacarfú" u_u

AdR dijo...

Yo he podido oler a todo lo que describís... a cada una de las cosas, y si eso es lluvia nada más... sea.

Hay muchas cosas que echo de menos con vuestra lluvia.

Besos y abrazos, a dividir :)