viernes, 18 de abril de 2008

Cicatrices

Su cuerpo es un laberinto de cicatrices, antiguas y recientes, todas demasiado visibles para pasarlas por alto o para pensar que son casualidad. Duerme de lado como un niño y su gesto relajado no se corresponde con su mirada dura de anoche, ni con sus manos grandes, ni con las arrugas perpetuas de su frente, como si nunca se fuese a dejar de preocupar. Cuando lo conoció, se había imaginado otra cosa. Se había imaginado que no le iba a ver más. Pero los días habían pasado, y estaba en su cama otra vez. En la misma postura incómoda. Con la misma sensación extraña, entre la pena y el placer, entre la indiferencia y el dolor. Y con más cicatrices, una o dos más, una más junto a la clavícula derecha, que tirita en cada latido, eso seguro. El sol está empezando a colarse débilmente entre las persianas a medio bajar y tal vez sea eso lo que la empuja a decidir que no quiere que la invite a desayunar de nuevo. Recoge la ropa del suelo y se viste despacio y, aunque quería evitarlo a toda costa, le acaricia los hombros una vez más. La última vez antes de cerrar suavemente la puerta. La última vez que tiene pensado acariciar una cicatriz.



Vir

Su cuerpo es un laberinto de cicatrices, esculpidas sobre su piel por innumerables escaramuzas en oscuros callejones, el precio pagado por la dura y violenta vida que debe llevar. Sigue tumbado de lado, pero sus ojos miran fijamente el infinito. Sabe que ella se ha ido. Incluso dormido, sintió cómo abandonaba la cama, cómo recogía su ropa desperdigada y cómo le acariciaba una vez más en forma de despedida. No es la primera vez que se marcha así, sin decir nada, como asustada, empujada de alguna manera a huir de esa habitación. Sabe que ella no entiende por qué se ve atraída hacia él, por qué ama a un monstruo. Se levanta despacio de la cama y empieza a vestirse. Él sí tiene claro qué ve en ella. A pesar de la reticencia, a pesar de la lejanía, ella es la única que ve en él algo más que un matón, un asesino a sueldo despiadado. Y, por ella, está dispuesto a abandonar la única vida que conoce. Volverá a verla, de eso está seguro. Y tal vez... tal vez la próxima vez tenga algo que ofrecerle mejor que su cuerpo lleno de cicatrices.





Sarg

2 comentarios:

David Martín dijo...

DIOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

ÉSTE ES EL MEJOR POST DE LUZ OSCURA DESDE QUE EMPECÉ A VISTAROS (opinión subjetivísima jeje).

Me pongo clarísimamente de parte del hombre de las cicatrices porque (y va a sonar fatal la "A"):

a.- Me pirran los hombres curtidos repletos de cicatrices.

b.- Me ha recordado inevitablemente a un viejo amigo al que aprecido mucho pese a que sea también un asesino hijo de puta.

¡Y sí! ¡La chica volverá a él! Dejadla que corra. Algún día vendrá, más tarde o más temprano, porque quiere saber si de verdad ese gran hombre tiene que ofrecerla algo más que cicatrices y un polvo homérico (que ya es mucho XDDD).

Anónimo dijo...

jajajajaja
Cuando leí el de Sarg, supe que te iba a encantar, a mí también me recodó a otro "asesino hijo de puta" lleno de cicatrices ;)
(y sip, el A suena fatal... XDDDDD Pero claro, a algunos como el de la foto... se les pueden perdonar las cicatrices... XDDDD)