viernes, 5 de diciembre de 2008

Tú duerme...

-Tú duerme, ya veremos si despiertas.

Oyó el crujir de la puerta al cerrarse y sintió un escalofrío. Hacía tiempo que no dormía. Se quedaba traspuesto a ratos, sí, y daba cabezadas para no volverse completamente loco, si es que no lo estaba ya. Pero aquella maldita frase se repetía cada noche. Sus labios la susurraban, dando por hecho que él no podía oírla. Y luego cerraba la puerta despacio y sus tacones tintineaban contra las baldosas del pasillo.

Hacía meses que le vigilaba, y estaba convencido de que no podría escapar. Tarde o temprano no despertaría. Y había llegado a la conclusión de que era mejor no esperar más, así que cogió aire y suspiró, casi de alivio, al cerrar por completo los ojos, al dejar la mente en blanco, al saber que al fin era el momento de descansar. Estaba tan débil que no tardó más de dos minutos en desligarse del mundo real.

Por primera vez desde que llegó a la casa, aquella noche no oyó sus tacones golpeando de vuelta la oscuridad de la noche unas horas después. En realidad, daba lo mismo: cuando decidió abandonarse al sueño sabía que lo más probable era que no volvería a oír nada más.

Vir

-Tú duerme, ya veremos si despiertas.

Fue la frase que la muerte susurró en sus oídos tras el accidente, con su cuerpo debilitado por la pérdida de sangre, y su mente sumida en la neblina de la semi-inconsciencia. Cansado y derrotado, cerró los ojos, consciente entre sus delirios de que probablemente fuese la última vez que los cerraba, y de que el recuerdo que se llevaría a la tumba sería el de la luna delantera astillada y rota.

Soñó durante meses. En ocasiones veía figuras, sombras de su propia vida. Creía oír voces que le hablaban, que le animaban, e intentaba despertar de su sueño crepuscular, sin conseguirlo. Otras veces parecía hundirse en un pozo sin fondo, alejándose del mundo. A veces los sueños eran grotescamente abstractos, formas y colores serpenteantes. Y, a menudo, soñaba con la muerte que le visitó aquel día.

Un día abrió los ojos y terminó su sueño. Una nube de doctores revoloteó sobre su cama, pero él no les veía. Sólo tenía ojos para la figura esbelta y femenina de la muerte, mirándole al pie de su cama, y hablando sólo para él con una misteriosa sonrisa: "Esta vez tuviste suerte. Volveremos a vernos".

Sarg

5 comentarios:

AdR dijo...

Yo esta noche dormiré, sí. Pero no dejaré de pensar mientras me sumerjo en el sueño... si voy a volver a despertar o no :)

Yo espero que sí, para poder seguir disfrutando de vuestro buen hacer con las letras :)

Besos y abrazos

Virginia Vadillo dijo...

Duerme tranquilo... aunque con cuidado, por lo que pueda pasar!!! jejeje
Un beso!!

David Martín dijo...

Así que La Muerte lleva tacones... Eso es que es una mujer con clase.

Perdón por la frivolidad, pero es que estoy con el orto contrito tras leer esto. Mirad que creía que lo de Sarg iba a ser tranquilizador pero ¡no! La Muerte volverá.

De hecho es bueno ser consciente de ello, supongo. De que un día una mujer esqueleto equipada con guadaña (bueno, igual se ha actualizado y maneja una desbrozadora Sthil 550) va a segarte el miembro... Y lo demás.

¡Arrepentíos! El fin de los días está cerca.

P.d.: Sarg, siento no haber sido especialmente provocador en esta ocasión. Lo intentaré próximamente para no defraudarle, caballero. XDDDDD.

Virginia Vadillo dijo...

Tacones y pintalabios rojo (pero rojo puta de ese, del auténtico). No te la imaginas así? Y nada de guadaña. A esa mujer le sobra todo eso, es mucho más sutil!!

Sarg Bjornson dijo...

La Muerte es que es lo que tiene, que es muy versátil. Puede ir de esqueleto con una capa negra y guadaña, o vestirse de femme fatale y sonreirte.

El resultado es el mismo, que al final te va a putear. Como las mujeres. O los monjes esqueléticos en época de cosecha...

Uh...

A todo esto, ¿por qué se supone normalmente que la muerte es masculina? Es un esqueleto... Como dice Rincewind: "Well, I suppose he's a man. You have to look at the pelvis, don't you?"