Autopistas / Laberintos
Mi vida me parece una línea recta. Una línea recta donde las bifurcaciones y salidas están perfectamente señalizadas, como en una autopista recién hecha en la que cada paso está previsto y bien trazado sobre el mapa. Pero es una recta que recorro con los ojos tristes. ¿De qué sirve que el camino este marcado? ¿Para qué quiero señales si no he aprendido a seguirlas? Puede que haya un camino acertado y una línea de meta que cruzar si vas por él, pero ¿para qué? Quien vuela a mil por hora por su autopista trazada con escuadra y cartabón corre el riesgo de olvidarse de la meta, de perder su norte, de olvidarse del camino. ¿Por qué no buscar otra vía? ¿Una carretera secundaria que quite monotonía al viaje? ¿Las callejuelas de una ciudad desconocida donde convertir la recta en laberinto? Sé que algunos caminos son lisos y sin baches y, perezosa como soy, seguramente acabaré tomándolos. Pero me gustaría tener la alternativa de buscar una senda retorcida de vez en cuando, disfrutar de un camino enrevesado, elegir yo misma qué tramos desechar en mi autopista.
Quien sabe, tal vez somos nosotros los que hemos olvidado los recovecos del camino, olvidando los paisajes escondidos. Somos nosotros los que ponemos a cero el cuentakilómetros y pisamos a fondo el acelerador. Es parte de lo que significa ser humano. Nuestras decisiones encauzan la realidad, dejan de lado otras realidades, buenas, malas, indiferentes, fáciles, complejas… ¿Por qué no romper esas autopistas y perdernos en el viaje, y caminar, lento hacia la meta? |
Mi vida no es más que un laberinto. Un laberinto donde los caminos se retuercen a izquierda y derecha, giran sobre sí mismos llevándome a callejones sin salida, a calles cortadas y a desfiladeros imposibles. Pero es un laberinto que recorro con una sonrisa. ¿Qué importa si el camino está cortado? ¿Qué importa si realmente ninguno de ellos lleva a ninguna parte? Tal vez no hay ninguna salida, ni me espera ningún premio mágico en el centro del laberinto. ¿Y qué? Eso no es lo importante. Quien entra en un laberinto esperando solamente encontrar la salida que lo resuelve, no está disfrutando del laberinto en sí. Cada giro es siempre una sorpresa. ¿Acabará allí el camino? ¿Será otro muro más, inatravesable y definitivo? ¿Volverá a una zona ya transitada, en la que veré divertida las migas de pan que allí deje para marcar mi paso? Sé que algunos caminos son accidentados y, precavida como soy, intentaré no tomarlos. Pero siempre puedo desandar algunos de los caminos tomados, elegir otro giro en cada intersección y, en definitiva, elegir yo misma qué ruta sigo en mi laberinto.
Quién sabe, tal vez somos nosotros los que hemos convertido una senda recta entre dos setos en una multitud de caminos retorcidos. Somos nosotros los que creamos nuestros propios minotauros. Es parte de lo que significa ser humano. Nuestras decisiones bifurcan la realidad, crean nuevas realidades, buenas, malas, indiferentes, fáciles, complejas... Si nosotros somos quienes hemos creado el laberinto, ¿por qué no disfrutar de él? |
10 comentarios:
Os pongo un comentario que ha hecho un amigo mio al leer este relato que me ha parecido muy interesante:
"A veces da miedo desviarse y a veces da miedo ver lo recto que va uno. Yo creo que la clave no es el ir derecho o en zig-zag; la clave es quién conduce y si sabe dónde ir. De hecho, cuando sabemos donde queremos ir normalmente tomamos el camino más corto (que es la línea recta)."
Yo creo que lo más importante es que, independientemente de quién sea la persona que recorre el camino, sepa disfrutar del camino en sí. Las metáforas de la autopista y el laberinto pueden invertirse, haciendo el laberinto oscuro y la autopista luminosa. Lo que realmente "tinta" la tortuosidad del camino es cómo cada uno se lo toma.
Por supuesto, es importante el tener claro a dónde te diriges, pero incluso en los momentos en los que te sientes perdido y no comprendes a dónde te está llevando el camino, el verlo "luminoso" siempre es mejor que el verlo "oscuro".
En última instancia, el destino es indiferente, sólo importa el camino.
Yo también creo que estar absolutamente predido puede ser tan malo como tenerlo todo super claro. Además, suele pasar que cuando llegas a una meta o a un destino te das cuenta de que el camino no ha terminado... Estoy de acuerdo con Sarg en que lo más importante es disfrutar del camino por eso mismo, porque las metas son simples paradas, pero el camino siempre sigue...
....haciendo el laberinto desesperante, angustioso y desequilibrante. Por que nunca lleva a donde quieres... la verdadera naturaleza de un laberinto no son los monstruos ni las trampas ni las sorpresas (Dungeonero!!!) si no el reducir el infinito a un esapcio finito, el dar vueltas sin salida, el privar de un destino u objetivo porque al final hagas lo que hagas teminarás una y otra vez en el mismo pasillo, la misma bifurcación que lleva de nuevo a si misma.
Pensad que la meta es lo único que puede fijar uno. Al camino por mucho que quieras verlo con buenos ojos depende en gran parte de agentes externos de los que careces control. Y en función de la naturaleza de un camino puede ser idílico o frustrante.
Para mi esta vez la comparación laberinto y autopista es erroneo. Una autopista puede ser un laberinto. Una recta que se repite una y otra vez sin salidas sin cambios que termina por hacerte olvidar que buscabas cuando entraste en el...
Creo que la idea de laberinto es algo más complejo que la forma del camino.
-Si sabrá esto al Dama- trazando un circulo sobre mi pecho. XDD
tsk, tsk, una alegoría es necesariamente subjetiva, y por tanto no puede ser "errónea"
Exacto, Edel, una autopista también puede ser un laberinto, por eso, el texto es también negativo: el que va por la autopista está tan angustiado, o más que el del laberinto. Por eso comentaba antes que el laberinto y la autopista son igual de "malos" o de "buenos".
Estoy de acuerdo en lo que dices de las metas: todos nos movemos hacia una dirección, eso está claro. Lo que no quita que disfrutar del camino sea tan bueno, o más, que llegar hasta la meta. Cuando te centras solo en un objetivo y pasas de lo que te lleva hasta él... bueno, lo que a mi me suele pasar es que al final encuentro que el objetivo no era como yo me lo esperaba. Si te decepciona la meta, pero el camino ha valido la pena, ya tienes algo al menos, creo yo
Y, evidentemente, la idea del laberito, igual que la idea de la autopista, es mucho más que su forma:son sus monstruos, sus trampas, sus sorpresas... y todo eso que cabe dentro de ellos. Y , por supuesto, es también su salida y su destino. Yo creo que no se puede separar el camino de la meta...
Nordom dice: Error Error. Subjective wording, no progress.
Tan solo comentaba que la palabra laberinto tal vez no fuera la mejor empleada y a la vez el texto recae demasiado en la forma del recorrido.
No sé, como referencia a disfrutar el camino, siendo un poco mithrán, creo que es fruto de esa romantica
"visión de la vida" Lo único que quería decir es que disfrutar del camino no depende de uno y quien cree eso es que realmente no ha vivido un laberinto.
No sé si me explico. Aunque igualmente creo que no compartiréis mi opinión. ¡Románticismo de mierda! :P
"Realmente no ha vivido un laberinto": Juzgando la vida de otros sin conocer todos los detalles, uhmmm? Muy Lawful Neutral, sip XDDD
:P
Creo que tendría que haber puesto mi opinión aparte de meterme con Edel jejeje
Por supuesto que *intentar* disfrutar del camino depende por completo de uno mismo. Que el camino no sea implícitamente "disfrutoso" es otra cosa.
Mi opinión es que alguien que no intenta disfrutar del camino, sea lo horrible que sea, es imbécil. Dentro de 200 años a nadie le importará una puta mierda si se ha disfrutado del camino o no.
Digo lo que digo siempre, el romanticismo hay que reservarlo para seducir a las mujeres. En las decisiones de tu vida, hay que usar la practicidad, e intentar disfrutar de tu vida aunque sea una mierda (bien laberinto insuperable o autopista aburrida) es práctico y útil.
Agh, aclaración... "romanticismo hay que reservarlo para seducir a las mujeres", ha sonado muy mal, no quiere decir que haya que ser romántico para sumar y luego pasar de ello...
Quiero decir que decir "Eres preciosa como la Luna" y regalar un ramo de rosas está muy bien, pero no darte cuenta de que la vida es dura y ser realista (entendiendo romanticismo como "ver la vida de color de rosa"), es peligroso.
Publicar un comentario